Blogia
Cristina Grande

EN UN MOMENTO DADO

 

           Artículo publicado en Heraldo de Aragón (Edición Huesca) en noviembre de 2007


    En un andén de la estación de Atocha, Marina se fuma un cigarrillo apurando los últimos minutos antes de la salida del Ave a Zaragoza. Va y viene tantas veces a la semana que algún día perderá el tren por exceso de confianza. Trabaja en Madrid desde hace unos meses. No fue una elección fácil. Podría haber permanecido en su trabajo de siempre, cerca de su casa y de su familia, pero en un momento dado vio que si quería mejorar, ser mejor persona, tenía que seguir adelante. Dice que ser libre es su trabajo: "Y en cuanto te despistas, cuando te acomodas o viene un ataque de cansancio o melancolía, retrocedes en un pispás a la casilla de salida". La misma idea, aunque con otras palabras, me trasmitió mi tía Amanda hace unos días. Celebrábamos el 33 aniversario de su primer día de trabajo en Madrid. En su momento también tomó una decisión valiente y difícil. Dejó su vida acomodada en el pueblo para trabajar en un hotel donde ganaba un sueldo discreto, suficiente sin embargo para mantener su independencia. Nunca había madrugado antes. Trabajar de noche aún era peor. Pero no estaba en su carácter el quejarse de la vida. Al contrario. Y ahora que está jubilada, se puede apreciar cierto orgullo en sus ojos cuando mira a esa segunda mitad de su vida. "Somos autoexiliadas", dice Marina mientras nos tomamos una cerveza en el coche-bar. Afortunadamente sus hijas ya son mayores. Respetan y admiran a su madre y no cuestionan sus decisiones porque confían en ella. Cuando por la ventanilla vemos el Moncayo nevado, tan hermoso en el horizonte, Marina y yo nos miramos y sonreímos como si fuésemos personajes de una película triste pero bonita.   


0 comentarios