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Cristina Grande

UN VERANO MÁS

Que no haya canción del verano me parece una curiosa excepcionalidad. Más allá de la nostalgia de una generación que envejece a trompicones, me aburre oír de continuo el “Un rayo de sol” de nuestra infancia. Como no sé nada de sociología y el calor reblandece la sesera, se me ocurren las más raras explicaciones. Aparte de la crisis, quizás haya una relación entre la anunciada pandemia que nos asolará en otoño y las pocas ganas que nos quedan de cantar como cigarras. Veo montoncitos de serrín al pie de una trona de unos noventa años que ha sucumbido a la carcoma, y lo primero que se me ocurre es quemarla en el corral junto con otros muebles contagiados. Luego, sin mucha convicción, decido inyectarles un líquido especial y esperar un verano más. Me acuerdo de “La invasión de los ladrones de cuerpos”, no sé por qué, y de la inquietante noticia de que las abejas están desapareciendo (salen de la colmena y ya no vuelven, hasta que la reina se queda sola y muere). No hay canción del verano, lo más parecido es el “jingle” de un anuncio de muebles que dice: “Donde caben dos, caben tres”. Un cubierto más en la mesa, una cama supletoria, un lugar reconquistado en el cosmos familiar. Es un anuncio que intenta desdramatizar la crisis, buscar el lado bueno de la vida aunque todo arda alrededor, aunque las abejas no regresen, aunque no sepamos nada de las vacunas antigripales. Sospechamos que las verdades dichas a medias producen un desasosiego que cunde como la carcoma, pero nos resistimos a caer en el derrotismo otoñal. Nos resistimos a dejar de ser un poco cigarras cantando las alegrías estivales.

Heraldo de Aragón (28-8-2009)

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