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Cristina Grande

CUADERNO

 

Llega el día de San Miguel y es hora de ponerse al día. Empiezas un cuaderno nuevo. Haces balance del año transcurrido y te llevas la agradable sorpresa de que no ha sido tan mal año, después de todo. Ya lo dabas casi por perdido cuando a última hora te tocó trabajar duro a lo largo del verano. Veías a los demás de vacaciones y te reconcomía la envidia. Pero como no tenías tiempo para pecados capitales, ni veniales siquiera, lo que de primeras suponía un fastidio ha resultado casi una salvación. Es época de ordenar papeles y armarios, y de cambiar el antipolillas de los colgadores. Lo anotas en el cuaderno nuevo: comprar polil. Y enseguida has llenado una página de tareas y observaciones como “imposible abrir la ventana del chaflán”.Te resistes a guardar las sandalias, que querrías llevar todo el año, como hacía Buñuel, porque detestas los calcetines, las medias, y sobre todo los pantys. No te deprime la llegada del mal tiempo, ni la ausencia de luz. Es difícil aburrirse en esta época del año. Te viene a la cabeza la canción de Labordeta: “cuando las uvas dulces van por el aire, el otoño revienta de parte a parte”. Sus letras tenían una belleza misteriosa, como sus poemas. En el cuaderno nuevo escribes un par de versos, en la página contigua al antipolillas, pero en seguida los tachas concienzudamente. Definitivamente la poesía no está en tus genes, pero hacer listados sí, y anotas en vertical los idiomas que querrías aprender algún día: ruso, francés, chino, italiano y walof. Seguramente te decidas por el chino, que es la lengua con más futuro, según dicen. Y debe de ser bonito aprender a escribir de nuevo.

HERALDO DE ARAGÓN (27-9-10)

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