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Cristina Grande

PLEGARIAS ATENDIDAS

Las mariposas anuncian que llegará una carta, dijo Ana Pintos mientras cenábamos al aire libre, cerca de las cuevas de Molinos (Teruel) y algunas mariposas nocturnas revoloteaban a nuestro alrededor. Habíamos ido buscando un lugar apartado, lejos de las luces de la ciudad, con la intención de ver las Perseidas, y habíamos aceptado de buen grado la magnífica hospitalidad de nuestros amigos Ángel y Cristina. El cielo estaba completamente despejado y cuajado de estrellas. Hacía tiempo que no veía un cielo nocturno así, tan hermoso, tan antiguo. Ya no sé distinguir más constelaciones que la Osa Menor, que quizás fuera la Osa Mayor, y me dio pena porque era como haber olvidado un idioma o haber olvidado los nombres de las plantas y de los árboles, o haber olvidado interpretar la melodía escrita en una partitura. Yo deseaba ver al menos una lágrima de San Lorenzo, pero no quería pedir ningún deseo. Tengo la sospecha de que me habría evitado grandes disgustos en la vida de no haberse cumplido ciertos deseos que alguna vez formulé casi sin darme cuenta, sin calcular las consecuencias. Estaba mirando fijamente el cielo y vi una estrella fugaz, y luego otra. Cuatro en total pude sumar en el contador hasta que decidimos regresar a casa con la sensación de haber cumplido un objetivo. Ana Pintos estaba un poco desilusionada porque no había visto ninguna. Muy a gusto le habría dado tres de las mías a cambio de sus enigmáticas mariposas. Dormí profundamente y soñé con mis amigas de la infancia.

HERALDO DE ARAGÓN (14-8-2012)

 

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