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Cristina Grande

UTOPÍA

Fuimos a pasear por la ribera del Ebro. A mi madre le gusta cruzar el puente de Piedra y regresar luego a casa por el puente de Hierro, que es más cómodo. Desayunamos en un bar de la calle Sobrarbe junto a otras señoras que charlaban de sus cosas, aparentemente ajenas al ambiente opresivo y desencantado que se respira por todas partes. El café y el pincho de tortilla estaban realmente buenos. Mientras mi madre leía el periódico yo me dediqué a mirar por la cristalera del chaflán del bar, hacia una panadería que se llamaba Dorita, como mi difunta tía. A veces tengo la sensación de que mis muertos se reúnen a charlar como lo hacemos los vivos. Tengo una foto de mi tía Dorita con José Antonio Labordeta en Bruselas, de cuando fuimos a la ya mítica manifestación contra el trasvase del Ebro. Recuerdo ese día como si fuera un episodio de mi infancia. “¿Es una manifestación pro vasectomía?”, preguntó muy seria una señora belga de apariencia impecable. Tengo una rara nostalgia, no del pasado sino de la confianza que teníamos entonces. Creíamos que los ciudadanos, como individuos unidos, teníamos algo que hacer contra la apisonadora del poder. Han pasado miles de años desde entonces. La ausencia de los seres queridos consigue de alguna forma ralentizar el mecanismo de los relojes. Después del café estuvimos un rato mirando el río, contemplando la posibilidad de que la corriente arrastre los recuerdos y traiga esa utopía labordetiana de fraternidad.

HERALDO DE ARAGÓN (25-9-2012)

1 comentario

Jorge -

Si seguimos asi, la vasectomia sera algun dia delito, como cuando en el franquismo. En aquella epoca mi padre solo podia adquirir preservativos de un modo. En clave.
Parece surrealista, pero en plena carrera espacial, el ayudante de farmacia (a espaldas de la farmaceutica jefa) ya sabia que tenia que ir a la rebotica y coger unos condones cuando mi padre le decia:
"Manolo, dame unos sputnik"
Me encanta como escribes.