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Cristina Grande

COINCIDENCIAS

Una buena amiga me regaló el último libro de Rosa Montero, “La ridícula idea de no volver a verte”. De primeras quizá no me convencía el título. La extraordinaria vida de Marie Curie le sirve a Rosa Montero para destilar los grandes temas de la naturaleza humana: la vida, la muerte, el amor, la memoria y la creatividad. Le llevo el libro a mi madre. Sé que le gustará. De paso le pido que  me ayude a buscar, en nuestra caótica biblioteca, una guía de Italia que no encuentro por ninguna parte. Encontramos un baulillo con reliquias familiares: cartas de mis abuelos, de mis tíos abuelos, montones de estampas de vírgenes y beatas, tarjetas de visita, telegramas y muchos recordatorios de muertos. “Los humanos no sabemos qué hacer con la muerte. Sí, hay que hacer algo con la muerte. Hay que hacer algo con los muertos. Hay que ponerles flores. Y hay que hablarles”, dice Rosa Montero. Leo una carta de mi tío abuelo a su hermana fechada en 1939. Aún no he puesto la carta en su sitio, junto al resto de las reliquias, cuando suena el timbre de la puerta. Me quedo de piedra al ver a una prima de mi madre que casualmente es la hija del autor de la carta que acabo de leer. Rosa Montero también habla de esas raras coincidencias que la vida regala de vez en cuando. Dice que las coincidencias forman parte de un inconsciente colectivo que nos entreteje. La prima de mi madre se va muy contenta con la carta de su difunto padre en el bolso. Hay que enterrar a los muertos. La guía de Italia sigue sin aparecer.    

HERALDO DE ARAGÓN (27-8-2013)

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