Blogia
Cristina Grande

VENTANA ALTAS

Miraba el horizonte desde un piso alto del barrio de San Pablo. Eran las diez de la mañana cuando vi una estrella fugaz formando una parábola descendente sobre los montes de Juslibol. De momento me pareció un ovni, similar al que vi cuando tenía trece años a la salida del colegio. Aquel era más grande y más lento que lo que vi desde la ventana de San Pablo. Luego supe que había una lluvia de estrellas de la que no tenía noticia, pero aun así resultaba extraño ver ese fenómeno a la luz del día. “Detener lo cotidiano era aturdir la memoria”, dice Philip Larkin en “Ventanas altas”. Este verano no puede ver las Perseidas. En realidad, a pesar de mi ilusión y empeño, sólo tres veces he conseguido verlas. La primera vez ni siquiera sabía de su existencia y fue un espectáculo inolvidable. No es que me gusten las sorpresas, al contrario, creo que disfruto más de las cosas cuando soy consciente de que forman parte de mi realidad. Lo fortuito me aterra, me lleva a pensar que estamos en manos de un jugador loco. “Los dioses quitan, los dioses dan” dice una canción de Petisme que me viene a la cabeza de vez en cuando. Se acabaron las fiestas. Me ilusionaba ver los fuegos artificiales, que son como estrellas fugaces que suben, que llenan el cielo de colores, que se ven con los amigos desde una terraza elevada sobre los tejados oscuros. Y mientras tanto, tu anfitriona ejerce como tal y se ha ocupado de que todo salga según el plan previsto, con el confort  que da saberse en buenas manos, y a cierta distancia de la tremenda traca final.

HERALDO DE ARAGÓN (18-10-2011)

1 comentario

Mich -

que no, que no! qué fue mi zeppelin, que me incrusté en la Torre del Agua, yo venía a comer un pastel de manzana hojaldrada y recoger las primeras castañas. Menudo viento, maña! michcelanea.wordpress.com