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Cristina Grande

COMPENSACIÓN

Vi un arco iris doble el último día del año 2013. Pensé que era un buen augurio. Iba en un tren regional que venía de Lérida y se dirigía a Madrid. Los viajeros estaban puestos en pie, recriminándole al revisor la ausencia de la calefacción y que aquello no se podía soportar durante tantas horas. Me dejé el abrigo puesto y decidí mantenerme callada. El revisor lo había intentado todo y nos propuso que fuéramos a atención al cliente. En Cataluña, dijo alguien, cuando ocurre algo así, los viajeros se plantan delante de la locomotora hasta que Renfe pone otro tren, pero como aquí somos tan pocos… Una joven madre, que quizás viniera de Lleida, correteaba con su hija por el pasillo para entrar en calor. A la altura de Épila vimos el maravilloso arco iris doble que uno de los viajeros calificó como un regalo de compensación. Recordé que también vi un arco iris la última tarde del año 2009, y que escribí sobre 2009 como un año entre paréntesis. La crisis ya golpeaba fuerte y nadie pensaba que duraría tanto como una larga guerra. 2010 no fue un mal año para mí, después de todo, pues se fue arreglando con el paso de las estaciones. Al llegar a Morata de Jalón tengo los pies fríos y un doble arco iris en mi móvil. El segundo arco iris, más tenue y más alto, tiene los colores invertidos porque es producto de una doble o triple reflexión interna de la luz, o algo así. Entre los dos arcos el cielo es casi negro y se llana “zona oscura de Alejandro”. Tengo los pies fríos pero el corazón late contento.

HERALDO DE ARAGÓN (7-1-2014) 

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