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Cristina Grande

UNA BARANDILLA

Decidí no tomar las uvas para empezar el año. No fue por la influencia de la reciente campaña de la DGT, que había oído en la radio. Que decía algo así como que ni las uvas, ni llevar lencería roja, ni los anillos de oro en el champán podrán salvarte la vida en la carretera. No tomar las uvas sería una especie de desafío. Y me las comería todas si había que hacerlo. Tampoco me pondría la liga roja en el muslo izquierdo, como hacía antes, porque no sé adónde fue a parar. Era además un accesorio ridículo, la verdad. Las tradiciones, cuando se convierten en supersticiones, me hacen sentir un poco estúpida. De mis adentros sale entonces la escéptica que suelo mantener a raya. Pensé que el año había que empezarlo sin miedo. Mirando hacia el precipicio. Por la cabeza me rondaba una frase de Fernando Sanmartín, de su último libro, “y pienso que la vida es estar siempre asomado a muchos acantilados”. Hay frases reveladoras. “Frases que son como una barandilla. Para estar asomado”. El libro de Fernando Sanmartín se titula “Ciudades que se posan como pájaros”. Un bálsamo. El año hay que empezarlo haciendo algo nutritivo para el espíritu. Algo sustancialmente bueno. Un buen libro, un paseo por la montaña con una buena amiga y dos perros. Algo así. Algo que nos infunda una tranquilidad verdadera. Le pido al nuevo año un lote de tranquilidad generalizada. Una barandilla. La crispación del 2017 no debería continuar. Es buena señal, me digo, que el año haya empezado en lunes. 

HERALDO DE ARAGÓN (2-1-2018)

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