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Cristina Grande

TERCIOPELO

He recorrido la ciudad y no he encontrado lo que buscaba, un vestido de terciopelo negro liso y laso. Uno de mis primeros recuerdos está asociado a una falda especial que llevé en la boda de mi tía Maribel. Yo tendría tres o cuatro años. La falda era de terciopelo negro, muy cortita, armada por dentro, y muy suave al tacto por fuera. La llevé con una blusa blanca y un gorrito también de terciopelo negro. Tengo una foto de ese día, con mis padres y mis hermanos, todos muy elegantes. Pasado un tiempo, un par de años quizás, quise revivir la felicidad de ese momento y le pedí a mi madre que me dejara ver la indumentaria de la foto. Estaba en una caja de cartón, envuelta en papel de seda. Me quedé muda al ver el tamaño de la falda, que no había crecido como yo y se veía diminuta. Sentí una tristeza infinita. Pensé que no debería habérmela quitado nunca, ni para dormir, y que de esa manera la falda se habría ido estirando conmigo. No comprendía por qué sólo había podido llevarla un día y no comprendía por qué no se podía vestir siempre de gala. Para la cena de Nochebuena este año había pensado en ese terciopelo negro que no he vuelto a llevar desde que era una pulguita con las piernas arqueadas. Apenas me queda una semana para seguir con mi búsqueda. No tendría que ser tan difícil, me digo, si solo se trata de un vestido corto de terciopelo negro, con escote en V a ser posible, y que me permita moverme con naturalidad, como si hubiera pasado la vida de fiesta en fiesta.

HERALDO DE ARAGÓN (18-12-2012)

1 comentario

Elías -

No te apures, Cristina: tú estarás guapísima, elegante y natural con cualquier trapico que te pongas.

Un beso.