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Cristina Grande

San Valero

Transcurrió el día de San Valero como debía de ser, con mucho viento y mucho roscón. Las sorpresas de los roscones no eran tan cutres como otras veces. En el roscón de Tupinamba salió una mini ánfora de barro, y en el otro una figurita de la madre de los Increíbles, que no sé cómo se llama. No me tocó ninguna. Antes me tocaban siempre, me hacía mucha ilusión y ahora creo que era mi madre quien se encargaba de ello. Las sorpresas vienen envueltas en un plastiquillo transparente que se suele chupar con un poco de aprensión para quitar la nata que lo reboza. Compramos un tercer roscón pasadas las doce de la noche, en el Opencor de la calle Zurita. Hecho en Cataluña, resultó que no tenía sorpresa. Leí en el periódico que se fabrican en Aragón 600.000 roscones el día de San Valero, qué barbaridad. Cuando volvimos a casa, con el viento de cara, vimos las camisetas negras de Félix ondeando en el tendedero como una bandera pirata.

2 comentarios

dama de agua -

Jaajajjajaja... No podeis imaginar cómo se echan de menos los roscones de S. Valero cuando se vive en el exilio...

Homer -

el día que Homer Simpson descubra los roscones abandona Springfield y se instala en Zaragoza!