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Cristina Grande

TEJIENDO

El 1 de diciembre mi sobrina empezó unas chocolatinas que vienen en una especie de calendario de adviento. Ese mismo día pensé que sería bonito tejer una bufanda como regalo de Navidad. Deshice una horrible chaqueta que me había enviado mi suegra, y tardé un día entero en recordar cómo se echaban los puntos. Esto sucedió hace justo un año. Mientras tejía la bufanda dejaba de fumar y de pensar cosas raras, así que decidí comprar lanas y hacer más bufandas. La más bonita fue la de mi sobrina, que la llevó todo el invierno. Este año, mientras miles de personas se desesperaban en los aeropuertos, a mí me dio por ejercitar de nuevo la paciencia en el sofá de mi casa. Rescaté las agujas de tejer. Deshice un chaleco largo de lana que no me abrochaba ni por arriba ni por abajo, una de esas compras absurdas que almacenas en el armario. La lana era buena, suave, con algo de mohair. Ahora necesito gafas de cerca para distinguir si el punto es del derecho o del revés y no avanzo tanto como quisiera. Aunque no todo el mundo es como mi adorable sobrina, pensaba que sería un cálido regalo para alguien que me querrá como soy, como la bufanda, con muchos nudos, extraños vacíos, y bastantes irregularidades. Recuerdo que el año pasado tejí una gris para una de mis ex cuñadas, quien se rió en plan piraña al desenvolver el paquete. Afortunadamente nunca tendré que volver a verla, ni a ella ni a mi ex–suegra. No sé cómo quedará la nueva bufanda cuando la termine, quizás es demasiado ancha, pero con ella tengo la sensación de que voy retejiendo una ilusión perdida.

(Heraldo de Aragón, 7-11-2010)

1 comentario

Nacho -

Hace un tiempo leí Naturaleza infiel y hace una semana me decidí a pedir tus dos libros anteriores a Xordica.

Los recibí ayer y acabo de terminarlos. Me han parecido ambos la ostia. Mil gracias