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Cristina Grande

OCHENTA AÑOS Y UN DÍA

Hace 80 años y un día mi abuela empezó a escribir un diario que empieza así: “Es el cumpleaños de Dorita. Hace seis años. Lo celebramos toda la familia. A las doce, después de la sobremesa, Alfredo se acuesta. Lorenzo pone la radio. Luego nos da la noticia de la sublevación en Sevilla. Cada media hora dan noticias, pero son algo confusas”. Era el 18 de julio de 1936. Dorita era la hermana mayor de mi madre. El diario continúa hasta el final de la guerra, cuando mi abuela consigue reunirse con su familia después de tres años de separación. Hace tiempo pensé que el diario se podría publicar con el título “La guerra sola”. Como portada mi primo Alfredo, hijo de Dorita, propuso una fotografía de mi abuela caminando sola por alguna calle de Barcelona. Allí pasó parte de la guerra, siempre vigilada por ser la mujer de un supuesto fascista. Mientras tanto, mi abuelo trabajaba en una farmacia de la calle Alfonso de Zaragoza pensando que mi abuela estaría muerta. Lo cierto es que es raro que sobreviviese. Cerca de Lérida, cuando intentaba una vez más llegar a Zaragoza, la acusaron de espía porque la veían “tomar notas” en su diario. Más adelante, en mayo de 1938 escribe: “Me despierto con el tronar del cañón y me paso el día oyendo lo mismo más la aviación. No me extraña que mi corazón esté endureciendo. No me da miedo nada, solo los hombres, me dan horror, cuando pienso lo que pasé en Lérida se me hiela la sangre. En aquellos momentos solo pensé en vivir para ver a mis hijas”. En 1941 nació su tercera hija. Nunca volvió a nombrar la guerra. 

HERALDO DE ARAGÓN (19-7-2018)

 

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