AL CINE
Algunos sábados acompaño a mi madre al cine, siempre a la primera sesión, y como vamos con tiempo de sobra aún podemos darnos una vuelta por Zara. Queríamos ver la película de Haneke pero mi tía, esa misma mañana, en su llamada de las 11 dijo “ni se os ocurra, yo salí estragada y tuve que entrar en un bar para reanimarme”, así que nos fuimos a ver la de Bin Laden. De Guatemala a Guatepeor, dijo mi madre en una escena de torturas nada más empezar la proyección. A mí “La noche más oscura” me gustó bastante, me pareció valiente y honesta, sin esas concesiones lacrimógenas que tanto me molestan en películas como “Lo imposible”, por poner un ejemplo. A mi izquierda mi madre miraba la hora en la pantalla del móvil, a mi derecha una joven escribía un sms a su novio informándole del metraje de la cinta, y en la pantalla de cine la protagonista esperaba una respuesta que nunca llegaba. En un momento dado su jefe le dice “estás como una cabra”, pero los espectadores sabemos que la chica tiene razón y que es fácil confundir la locura con la perseverancia, y la perseverancia con la obsesión. Me gustaría que Katrhyn Bigelow ganara un óscar, la verdad. Diluviaba a la salida del cine. ¡Qué lluvia tan estrafalaria!, dijo mi madre, que al final reconoció que la película era buena, aunque ella prefiere cualquier novedad de Woody Allen. Yo tengo mis dudas, según el día. Algunos sábados me parezco a mi madre. Volviendo hacia casa nos cogimos del brazo para no resbalarnos en el suelo mojado.
HERALDO DE ARAGÓN (15-1-2013)
0 comentarios