Blogia
Cristina Grande

SOL RADIANTE

Solemos intercambiarnos libros mi amiga Elena y yo. Ella vive en la montaña y baja al llano cuando allá arriba escasea el trabajo, es decir, en esas primaveras y otoños de todo cerrado fuera de temporada. “Mi vida querida”, de Alice Munro, será una de sus lecturas en ratos de descanso junto a la chimenea, este invierno que ha empezado con fuerza y le exigirá muchas horas de trabajo rodeada de nieve. El ejemplar de “Mi vida querida” había pasado antes por las manos de mi madre, que pertenece a la generación de la escritora canadiense. Mi madre leyó sus relatos con creciente entusiasmo, primero de forma aleatoria y luego con la convicción de que estaba ante una gran escritora. Ignacio Martínez de Pisón me la recomendó hace años y entonces leí “Las lunas de Júpiter”, que conservo en mi estantería de imprescindibles junto a Natalia Ginzburg y Ann Tyler. Se ha echado la niebla en el Valle del Ebro mientras escribo estas líneas. Sé que en la montaña tendrán un sol radiante. Tengo ante mis ojos un retrato de Alice Munro, que me parece una mujer bellísima. Su mirada es inteligente y despejada al mismo tiempo, como la de esas mujeres valientes que han perseverado en sus empeños a lo largo de toda una vida y han conseguido desprenderse de tópicos e imposiciones que habrían podido nublarlas en momentos de flaqueza.  La mirada de Alice Munro es para mí como ese sol que imagino por encima de las nubes. Llamo a mi madre, como todas las mañanas, y me dice que va a quedar un día muy bueno, que se está disipando la niebla.

HERALDO DE ARAGÓN (10-12-2013)

0 comentarios