Blogia
Cristina Grande

VERMÚ REMOLACHERO

El rojo es mi color favorito. Bueno, en realidad es el color favorito de mi hermano. Él siempre ha tenido las cosas más claras que yo y es más optimista. Y, a veces, le hago caso. También me gustan el amarillo, el violeta, y el resto de los colores, según el día. Pero un toque de rojo siempre anima mucho. La tierra roja me fascina. Disfruté en las laderas del Teide y he disfrutado este fin de semana de las tierras del Jiloca, de sus torres mudéjares rojizas y del castillo de Peracense. Nunca había subido hasta allí, hasta  esa mole rocosa sobre la que se asienta el castillo del mismo color que la arenisca roja. Al bajar del coche, todo olía a romero, a ajenjo, a tomillo, y hasta me parecía oler a incienso. El castillo se alza a 1365 metros de altitud y las vistas no podían defraudar. Luego paramos en Calamocha a tomar un vermú. No pude resistirme al ver un cartelito que decía “vermú remolachero”. No me pareció distinto a otros vermús, ni pude averiguar el origen del apelativo. Comprobé, sin embargo, que el fondo del vaso estaba completamente rojo cuando apuré la última gota, frente a la iglesia. A través del cristal teñido vi unas nubecillas altas sobre el cielo morado. Vi a un grupo de señoras salir de la misa de doce como si formasen una cofradía. Vi a Antoine leyendo la prensa muy concentrado. Y enfocando hacia el horizonte, también vi el castillo de Cutanda construyéndose en el aire.

HERALDO DE ARAGÓN (8-8-2017)

0 comentarios