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Cristina Grande

CONGRIOS

Decir congrio seco es hablar de Calatayud y su comarca. Ya solo quedan dos secaderos de este pescado en la costa gallega, donde no lo consumen, por cierto, y casi toda la producción se “exporta” a Aragón. Recorté la página del periódico donde se contaba la historia, que se remonta al siglo XV, cuando empezó el intercambio de congrio por sogas fabricadas con el esparto de Aragón. Era una historia bonita. Un par de días después, me llevé una alegría al ver varios de esos enormes esqueletos reticulares en un escaparate de la calle Delicias. Es un pescado feo en vida, parecido a una anguila, pero hermoso y extraño viéndolo ahí colgado, casi momificado, como si formara parte de una instalación artística. Compré unos trozos y con mi bolsita en la mano la calle Delicias me pareció la más viva de la ciudad, la única que no ha sido aún tomada por la crisis. No hay plato más exclusivo de la gastronomía aragonesa que los garbanzos con congrio seco. En Arándiga, que pertenece a la comarca de Calatayud, los cocinan maravillosamente, doy fe. De niña solía comerlo fresco, en salsa verde, y te hartabas de quitar espinas si te tocaba un trozo de la parte cerrada, y aun así me gustaba. Mientras escribo estas líneas doy vuelta por la cocina. Ayer me acordé, por fin, de poner a remojo los garbanzos -que cultiva un amigo en su huerto cercano al río Aranda- y el congrio que viajó hasta la calle Delicias, donde mantienen la crisis a raya. Tenía esa ilusión tonta, la de cocinar yo misma la receta bilbilitana. Y ahí  está el perolo al fuego, tomándose su tiempo, como yo.

HERALDO DE ARAGÓN (26-2-2013)

1 comentario

Sebastià Vidal-Joan -

Qué curioso intercambio: esparto por congrios! Gracias por explicar esto.